Por todas partes había hombres
arrodillados pidiendo clemencia, jóvenes muriendo con el recuerdo aún fresco de
la eternidad prometida por sus generales. El caos lo dominaba todo. Guerreros
con antorchas irrumpían en residencias acabando con toda forma de vida a su
paso. El lamento de los varones, poesía para los oídos de sus enemigos, pronto fue
acallado por los gemidos lastimeros de las féminas. La rendición de éstos, que
tan seguros empuñaron sus aceros, dio paso a escenas que ningún padre, marido o
hijo desearía tener que ver: mujeres medio desnudas, huyendo de los salvajes
que más tarde las tomarían a la fuerza. Pendencieros de capa roja convertidos
en meros saqueadores. Prosaicos violadores que no dudarían en arrancar las lágrimas
de madres indefensas, muertas de miedo, obligadas a ver como sus hijas eran
tomadas por hombres sin alma una y otra vez.
Madre de dios... Vaya escena!! Y lo peor es que debía ser algo así... De hecho, quizá aún lo siga siendo.
ResponderEliminarQue grande :) Me encanta. Hasta otra, guerrero! ^^
La cruda realidad de la guerra.
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