Antes las cosas no eran así ni de coña, si lo sabré yo.
En los noventa el rollo funcionaba de
otra manera. Todo estaba vuelto del revés, los colores que predominaban eran
distintos: el blanco y el amarillo de la coca y el spid. El marrón del caballo
y el morado de las pastillas. Notad que no he dicho speed, como dicen ahora los
modernillos que usan palabras como selfie, bullying o mierdas por el estilo. Su
puta madre, joder. En los noventa llamábamos a las putas cosas por su jodido puto
nombre, como hacían nuestros padres y los padres de éstos. Y si algo no estaba
claro, por descontado que nos lo inventábamos. Ahora todo da pena. Antes,
cuando salías de fiesta, tenías que andarte con cuidado si no querías acabar
sin dientes. Ahora, en cambio, si tienes la desgracia de cruzarte con una banda
de putos payo-ponis, te expones a que te metan una jodida mojada y te dejen
desangrándote en el sucio suelo como un perro. Apesta…
Está claro que algo apesta y no soy yo.
O tal vez sí lo sea. Mi alma putrefacta, corroída, hace mucho tiempo que no
conecta con mi mente. Pero los recuerdos siguen ahí, coño si siguen, tan nítidos
como el vómito de un beodo. ¡Sírveme una ronda de movidas chungas, camarero!
Recuerdo a cierta señorita, que en realidad no lo era, que gobernaba con puño
de hierro el timón de este galeón llamado Perdición. Recuerdo que le hacía
pajas y después me pasaba el día entero oliéndome los dedos. Cuanto la echo de
menos, joder. Con ella toqué varias veces el cielo al fumar heroína por primera
vez, y creo a pies juntillas que esa es la razón por la que no puedo olvidarla.
Nuestro amor estaba basado en una mentira. Una deliciosa e inolvidable mentira
que ahora se clava en mi carne. Ella sólo me amaba cuando estaba puesta, pero
cómo lo hacía dios. Nadie me ha hecho sentir tan especial. Nada en el mundo
conseguiría acercarse a aquella sensación, ni siquiera la gota marrón
cabalgando la plata de nuevo, no ahora que ella ya no está. ¡Curiosa forma de
hacerme sentir especial!
He desperdiciado los mejores años de mi
vida, toda mi juventud, soñando día y noche con unos besos que nunca me dio. Poesía
yonki le escribía mientras ella dormía. Poesías colmadas de adverbios y faltas
de ortografía que nunca leyó. Letras tan profundas que habrían hecho llorar a
un violín, de no haberlo empeñado o vendido antes. ¿Acaso creéis que exagero?
Y me pasaba las
horas
Apoyado en la
farola
Que daba luz a su puerta
Sólo por verla pasar
Que daba luz a su puerta
Sólo por verla pasar
Y aguantaba las
tormentas
Por regalarle una rosa
Rosa que nunca le dí
Ya no la volví a ver más.
Por regalarle una rosa
Rosa que nunca le dí
Ya no la volví a ver más.
¡Espera! Nunca lo escribí. Esto es de
una puta canción de Revólver y nunca lo rasgué en papel alguno. Hice mío el
sufrimiento de algún otro cabrón porque no tenía fuerzas suficientes, ni
imaginación, para abrazar mi propia soledad. Volqué mi alma malherida en
vivencias que nunca me pertenecieron. No lo sé. ¿Cómo saberlo? Siempre he
estado colgado. Y desde entonces he llorado lágrimas que no besaron ni besarán
mis mejillas. O quizás sí. Pero ahora lo único que me importa soy yo; ella, más
bien ellas; ella y la heroína, que siempre fueron la misma cosa, creo. Por eso
cuesta tanto seguir adelante… porque hay que estar en forma que te cagas, como
esos jodidos críos ninja de la tele, tomar demasiado impulso y dar un salto
mortal con tripe tirabuzón, volar por el puto aire, para rengancharte a esta
vida de mierda con tantos sinsabores. Este mundo, este tiempo, vacío y tan
enfermo de soledad que no tiene nada que ofrecer porque apesta a enfermedad
terminal.
¡Este mundo cruel me obliga a soñar despierto,
joder! ¡Quiere follarme con su polla de metal hasta saltarme los ojos! Que lo oigan
los vecinos. Que alguien le diga a mi madre que me balanceo peligrosamente
hacia el abismo. Que alguien le cuente que mis ojos están arruinados por las
lágrimas y que ya no tengo miedo. Que alguien la avise, por favor, porque hoy
he dejado de tenerlo y me resulta tan sencillo empujar el respaldo de esta silla
y poner fin a todo, tan sencillo, que otra clase de miedo se apodera de mi alma.
Que alguien le diga que el cinturón que rodea mi cuello, una vez más, muerde mi
carne retándome a hacerlo, porque sabe que sólo soy un puto yonki de mierda nutriéndome
de recuerdos y amorrado a la puta polla del pasado. Amorrado a ella, a ellas. Atrapado
en movidas chungas que ya no me permiten visualizar su rostro. ¡Maldito el
cinturón que más temprano que tarde se llevará mi vida! ¡Maldito por dentellear
mi hombría, por no darme un respiro! Malditos todos. Maldito yo y malditas
ellas…
El narrador de esta historia no es Toni Grimal. Su forma de
pensar nada tiene que ver con la visión del protagonista.
Se a perdido el respeto y el honor en una trifulca limpia...
ResponderEliminarAdiós a lo de hombre a hombre, puño a puño. Ja, ja…
EliminarQue cambio a lo que sueles escribir! Promete mucho. Y además es de mi época de "juventus" jeje Me gusta, me gusta ^^
ResponderEliminarLos noventa fueron la leche y lo sabes. Je, je.
EliminarLa verdad es que soy de esos tipos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor.
Soy un poco bastante sentimental en algunos sentidos, y añoro los viejos tiempos.
Como dices, en un cambio muy radical a lo que estoy acostumbrado a escribir. Por eso me gustaría aprovechar para defenderme de un privado que me llegó anoche llamándome racista, fascista y no sé qué más cosas: el narrador de este relato no es Toni Grimal, igual que no soy Ricardo de Bouillón, Andrés de Halicarnaso, Calíades, Décimo, Aulo, Tyr o cualquier otro de mis personajes.. Ellos son ellos y cada uno tiene su forma de pensar y expresarse. No voy por ahí con escudo y lanza, con casco grebas y coraza, ni he participado en una carga de caballería. El narrador de un relato no tiene que ser necesariamente, y sin el necesariamente, el autor. Dicho queda…
Por eso yo no escribo terror: evito que me tachen de asesina... o algo peor.
EliminarAhora que lo pienso, escribir erótica me convierte en... JAJAJAJAJAJA
Sigue escribiendo, Toni!!! SOMAAAAAAAAA
Claro. Ja, ja y ja... Por esa regla las que escriben Erótica son un poco ligeritas. Nosotros a lo nuestro. Besos mil, amiga.
EliminarBueno, esto me recuerda cierto mensaje que recibí cuando publiqué El Príncipe...¡vas a arder en el infierno!
EliminarY si a esto le sumamos mis dos novelas románticas eróticas...PUFFF voy a arder en el infierno como una gran pu...mujer ligerita!
Arderás en el infierno por pecadora. Deberías sacar una versión de El Príncipe para creyentes y otra para ateos.
EliminarSi yo fuera lo que escribo... Madre mía, seria una psicópata asesina y de culto al diablo XD De esto lo que tienes que sacar es que está tan bien escrito que la gente ha creído que es real ;) Así que ajo y agua al que no lo vea como lo que es, una historia ^^ A tope, Toni!!
EliminarTal cual lo has expresado, amiga. Muchas gracias por tu apoyo.
EliminarTienes toda la jodida razón del mundo!
ResponderEliminarPucha che...en verdad era otro rollo diferente.
Otro color...
ResponderEliminarMe gusta. Es tremendamente potente. Joder, es bueno de cojones.
ResponderEliminarMuchas gracias. Espero que los giros no lo hayan arruinado.
EliminarCoño, que realidad le das a la historia con esa forma de expresarte...
ResponderEliminarEs como volver a esas calles de barrio, donde la vida se fumaba en papel...
Este mundo cruel me obliga a soñar despierta, joder¡
Buenísimo¡